El Mindfulness llegó a mi vida en el momento ideal. Suena muy trillado cuando alguien te dice que “todo pasa por una razón”, pero ahora mismo esa frase no podría tener más sentido. Después de graduarme de la Universidad y de muchos años de sentimientos y problemas reprimidos, me vi enfrentada al mundo adulto. Donde todos esperan que consigas inmediatamente el trabajo soñado o te ganes una beca para estudiar un postgrado en el extranjero. Y, además, con la cara más linda y sin estrés. Yo me veía más inclinada a la segunda opción, pero sentía la necesidad de trabajar y “hacer algo” mientras me iba, para “no perder el tiempo”.
Mandé mi currículum por todas partes, esperando respuesta. Fui a algunas entrevistas, pero no me llamaban de regreso. Así que decidí ocupar mi tiempo haciendo otras cosas. Me metí a un gimnasio pensando que quería hacer ejercicio solamente por estética. Un día decidí que me iba a meter a una clase de yoga y ver que pasaba porque quería relajarme. Lo que según yo era solo sentarse a estirarse terminó siendo una clase muy retadora. Para mi sorpresa fue la combinación perfecta entre fuerza y flexibilidad.
Me gustó tanto que después de un tiempo decidí pasarme a un estudio particular de yoga y dejar las clases del gimnasio. Mi profesor nos platicaba siempre de los beneficios de la meditación y la atención plena. De como una práctica regular puede ayudarte a manejar mejor tu ansiedad y estrés, depresión o mejorar tu concentración; y que la combinación de yoga + meditación era espectacula!
Un día navegando en redes sociales, me salió la publicidad del curso de 8 semanas de Mindful Guatemala. Les escribí para pedir más información y me pareció que era justo lo que necesitaba. Lo que inicialmente había pensado como “hacer algo mientras me voy” se había convertido en el año en el que realmente trabajaría mi salud desde todos los aspectos; dejando de hacer dietas y comiendo intuitivamente, haciendo ejercicio por placer y no por castigo, asistiendo a psicoterapia y aprendiendo a meditar. También aprendí la magia de la escritura y conocí los podcasts.
Decir que desde entonces vivo una vida más plena es el resultado resumido. La verdad es que esto me ayudó a mejorar todos los aspectos de mi vida. Desde la relación con mis papás, con mi cuerpo, con mis sentimientos, mi calidad de sueño, salud gastrointestinal y especialmente mi salud mental y amor propio. Encontrarme conmigo misma ha sido un camino intenso y doloroso, pero sumamente gratificante.
Queridos lectores, créanme cuando les digo que todo pasa cuando tiene que pasar. Las oportunidades llegan, pero “está en uno tomar la decisión”. La única persona que puede sanarte y liberarte del peso del pasado, eres tú misma. Antes deseaba con muchas ganas que ciertos eventos de mi vida no hubieran pasado. Pensaba que, por ellos, mi vida era más complicada y frustrante. Ahora me doy cuenta de que, si no fuera por todo eso, no sería la versión de mi misma que soy ahora. Y la verdad es que me encanta la persona en la que me estoy convirtiendo. Estoy segura de que este camino apenas comienza, pero me siento preparada porque tengo un arsenal de nuevas herramientas para enfrentarme a cualquier cosa que se me presente. Y, por cierto, mi maestría comienza en septiembre. Vamos por más.
Daniela Aparicio Quiñonez
panicla94@gmail.com
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