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La ansiedad: tu mejor amiga.

Tiempo de Lectura: 3 min 


La ansiedad. Cuántos no sufrimos o hemos sufrido de ella en nuestras vidas. Al igual que la palabra “estrés”, parece que la palabra “ansiedad” está de moda. Hoy en día es algo tan natural escuchar de alguien que padece de ansiedad. Y para los que nunca han experimentado lo que es ser ansioso, déjame  presentarte con el panorama del regalo o pesadilla que puede llegar a ser la ansiedad. Depende de cómo lo decidas ver. 


La ansiedad es un estado el cual casi te imposibilita llevar una vida normal llenando cada experiencia con síntomas desbordantes de incomodidad, jugando con tu ritmo natural de respiración, acelerando tu ritmo cardiaco y alterando la velocidad y calidad de tus pensamientos. Tu percepción de cada situación se ve nublada por el humo negro de la inquietud, desesperación e incomodidad. Sin embargo, la ansiedad no te imposibilita del todo. Todavía eres capaz de sobrellevar tu día a día y de vivir tu vida en términos generales de una forma "normal". Por lo que se convierte en casi tu compañera diaria.


El hecho de que “casi” te imposibilite a continuar con tu vida es lo que hace de la ansiedad una fuerte amenaza. Es el hecho de que te sientas mal, pero no tan mal como para tomarte un descanso. No tan mal como para hacer una pausa en tu día y analizar cuál es el factor que te causa síntomas tan desagradables. No tan mal como una gripe que te hace ausentarte del trabajo y tomarte un descanso hasta que el cuerpo se mejore. 


Y para muchos que conocen los desbordantes síntomas de la ansiedad se preguntarán ¿por qué digo que la ansiedad puede ser tu mejor amiga? Pues bien, la ansiedad tiene una habilidad para aparecer en los peores momentos de tu vida: se acerca una fecha límite, acabas de tener una discusión con tu pareja, necesitas tomar una decisión que afectará el resto de tu vida, etc. La ansiedad parece ser ese pequeño monstruo que todos creíamos que habitaba debajo de nuestras camas o dentro de nuestros closets, esperando el momento adecuado en el que te encontrarás solo y a oscuras en tu habitación para asustarte. 


Sin embargo, si adoptamos una actitud receptiva y resiliente frente a los síntomas de la ansiedad y los tomamos como tal, simples síntomas de carácter transiente, podremos acceder a la infinita sabiduría que tienen por ofrecernos. El mindfulness nos enseña a colocar nuestra atención de manera intencional al momento presente, libre de juicio, cultivando la aceptación y resiliencia mental. Al adoptar esta actitud frente al “monstruo” de la ansiedad, la impotencia que una vez habíamos sentido, va desapareciendo. 


Dejamos de rechazarla y evitarla, distrayéndonos o buscando soluciones rápidas pero no tan saludables para aliviar nuestro pesar. La podemos comenzar a apreciar y tomar como nuestra mejor aliada para crear una vida de bienestar global. En el momento que descubras que la ansiedad te viene a visitar, detente, tómate unos minutos para respirar y reflexionar el por qué te visita en ese mismo momento. ¿Existe algo en tu vida que estás rechazando?

¿Existe alguna situación, persona o pensamiento que estés evitando? Cierra tus ojos. Respira y contempla a tu mejor amiga, sin resistirla, sin rechazarla, sin evitarla. Abrázala y abraza lo que tiene por compartir. Respira y observa. Respira y contempla. Respira y déjalo ir. 


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